lunes, 25 de agosto de 2008

LA CALLE ESPERANDO SU ESPACIO

En el transcurso de la historia, la calle ha sido el cuerpo y el alma la actividad, mas allá de ser un espacio entre dos lugares, desempeño el papel de lugar de concentración común, donde se llevaban a cabo un numero indeterminado de actividades igualmente indeterminadas, muchos usos de distinta clase.


El comercio que denominámos informal o ambulante por ejemplo, se realizaba en la calle no por inexistencia de un lugar para el, sino por que la calle era el escenario natural para el, así como para procesiones, festejos, eventos políticos, etc. Transcendiendo del carácter de corredor entre origen y destino, en el que se tiene hoy día, era una calle que demostraba (y mostraba además) que la ciudad esta construida por más de dos sitios, que es un lugar enriquecido por la sucesión de espacios, en el que al transitarlo se participa de la vida interna-externa de la ciudad y se puede escuchar su mundanal ruido.
El pensar en la calle exclusivamente para optimizar el tiempo de recorrido de los medios de transporte, se ha convertido en un prejuicio que paradójicamente afecta la comunicación al reducir al mínimo la oportunidad de relacionarse con alguien tanto en tiempo como en espacio, que la convierte en un elemento indistinto en cualquier lugar, difícil de apropiar sino es que agresivo para el ciudadano de a pie y que hace cierto el que si se conoce una calle se conocen todas.
El gran problema reside en cambiar la herencia de la calle (sus cualidades espaciales, su oportunidad de darnos a conocer la ciudad) por el espacio del automóvil (ya sea el transporte publico y más el particular) que interiormente sigue siendo demasiado impersonal muy próximo aun al ascensor, como para sentirse cómodo al abordar a alguien, resultando más fácil aislarse y esperar que transcurra el tiempo, mientras que en segundo plano nos da una experiencia de la ciudad demasiado acelerada sin lugar para el detalle, lo que hace pasar casi desapercibida la ciudad en la que muchas veces solo nos queda el registro de lo malo, mal estado de la vía, atascos del transito, etc. Crea una idea conflictiva de lo urbano que aleja a la persona y no permite apropiarse de su ciudad.


La presencia del gobierno se confunde con prohibición y restricción de usos, con limitar para que se debe utilizar el espacio por parte de las personas, esta asociación de que prohibir es la solución, se justifica en los problemas de uso del espacio publico que resulta insuficiente para permitir movilidad y usos estacionarios al mismo tiempo y resulta más fácil obligar a utilizar para una sola cosa la calle, cuando la responsabilidad del gobierno es dar respuesta a las necesidades del ciudadano, saber que es lo que le hace falta, y proveer espacios en los que se desarrollen las dimensiones de la vida urbana.
El anden queda relevado a una zona de seguridad que protege el paramento del trafico vehicular, trata de aplicar una lógica similar a la del automóvil, para el recorrido de las personas es decir ir de aquí para allá sin oportunidad de detenerse o desviarse, donde lo que no encaja en ese esquema no tiene espacio y es perseguido, pero como de todas maneras se va a presentar entonces aparece el conflicto entre el uso y el espacio, y en ultima instancia la calle no responde bien a la mixtura de usos y la solución común es restringir, pretendiendo decidir para que se debe utilizar la calle, que es legitimo y que pasa a ser mal visto.
Con el mismo afán con que se interviene la ciudad para darle espacio a los sistemas masivos de transporte o con el fin de darle mantenimiento a las redes de servicio, si se puede abrir espacio para el automóvil y hacer autopistas, debería con mayor razón tener espacios para autenticas calles. Hay que recuperar la calle que tiene el lugar para lo temporal y lo periódico, lo importante es la conformación del espacio más que lo construido, que permite el elemento de sorpresa y movimiento en el espacio urbano, las calles donde aparecen tendidos, ferias, mercados de fin de semana, que no son iguales de día que de noche, que cambian con los días de la semana, esas calles productivas reclaman su espacio, que es permeable de la abundante actividad productiva económica realizada en las casas que la rodean (talleres mecánicos, orfebrerías, trabajo de tejidos, depósitos de construcción, carpinterías etc.) Calles que unen la ciudad la tejen, fomentan el encuentro y no la dividen ni aíslan. Hay que recuperar la calle apropiada por la gente, que esta utilizada, en la que puede producir, con cualidades que varían de lugar en lugar, que se puede reconocer y reconoce la parte de la ciudad donde esta y dialoga con ella dándole lo que necesita siendo una muestra de gobernabilidad, en la que en ultimas hay personas y no esta vacía y lista para usar solo por el transeúnte ocasional, la calle únicamente para el vehículo es poco flexible, reconocer estos fenómenos y potencializarlos es la intervención que necesita para curar la arterioesclerosis de la ciudad.

1 comentario:

CZ dijo...

Curiosa, muy curiosa reflexión sobre la calle, más de una vez he charlado con amigos sobre este asunto.
Creo que la calle está perdida, y lo que es peor, irrecuperable.
En mi ciudad, León pequeña ciudad al norte de España, se ganó el terreno perdido en la zona vieja, Llamada "Barrio Húmedo", el trafico de coches fue desviado, convirtiendose en peatonal, un logro sí.
Pero lo peor llegó enseguida.
El ojo que todo lo vé, las malditas camaras de seguridad, instaladas como si fueran nidos de golondrina, y que como pajaros de mal agüero te observan sin cesar.